7 abr 2009

El camino para frenar el avance de la derecha

El camino para frenar el avance de la derecha
(Buenos Aires, 3 de abril de 2009)

El Partido Comunista, con la presencia del secretario de la Capital Quique Guglielmotti, junto a un conjunto de fuerzas políticas porteñas, participó de la presentación de un documento titulado "Por la consolidación de una alternativa plural, progresista, nacional y popular en nuestra Ciudad de Buenos Aires".

El dirigente del Partido Solidario, Carlos Heller, dijo que las 16 fuerzas participantes "tienen historias comunes y no aspiramos a que nadie abandone ni su historia ni su pertenencia sino que seamos capaces de construir una síntesis". "Creemos que tenemos algo para aportar a una sociedad que tiende a tener desconfianza respecto de la política y de los políticos, pero siempre alguien ocupa ese espacio y los mentores de la no política en realidad buscan conservar el espacio para ellos", agregó.



Daniel Filmus y Carlos Heller, junto a la presidenta del Banco Nación Mercedes Marcó del Pont, en la presentación del documento



Se presentó el frente progresista, nacional y popular, que está integrado, en principio, por 16 agrupaciones políticas porteñas, con vistas a las elecciones del 28 de junio.



La presentación del frente, a cargo del senador del Frente para la Victoria (FPV), Daniel Filmus, y el titular del Partido Solidario, Carlos Heller, se realizó en la sede central del Partido Solidario, ubicada en Diagonal Norte al 600 de esta Capital, donde concurrieron representantes de las organizaciones que adhieren a la propuesta.



En el acto se leyó un documento que privilegia "la necesidad de construir un espacio común", donde se sostiene que "es posible desarrollar una alternativa progresista", al sostener que hay "ineficiencia, improvisación y falta de atención por lo público" en la gestión del jefe de Gobierno Mauricio Macri.



Filmus y Heller, participantes de la segunda vuelta electoral de 2007, fueron los expositores y aclararon que se trataba del lanzamiento de ese espacio pero que no estaba cerrada la lista de adherentes.



"Hacemos un llamado a quienes quieren integrar el espacio común", lanzó Filmus, en tácita alusión al ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, quien mantiene conversaciones con el sector, según uno de los principales operadores del frente.



Entre los dirigentes que estuvieron presentes se encontraban María José Lubertino (Espacio Abierto); Tito Nenna (Espacio Articulación popular); Gabriel Fuks (Proyecto Popular); Oscar González (Unidad Socialista); Gustavo López (Partido de la Concertación) y Lía Méndez (Partido Humanista).



También, asistieron Alejandro Otero (Frente Grande); Carmelo Prudente (Partido Intransigente); Julio Godio (Iniciativa Socialista); Gerardo Codina (Corriente Martín Fierro); Juan Pablo Desaile (Frente Transversal Nacional y Popular); Pimpi Colombo y Matías Barroetaveña (Nueva Dirigencia); Juan Pablo Cusa (Movimiento Evita) y Nueva Democracia.



Además, participaron la presidenta del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont; el vicepresidente de esa entidad Roberto Felleti; el sociólogo Ricardo Rouvier; el subsecretario de Tecnología de Gestión Administrativa, Nicolás Trotta; el diputado nacional, Claudio Morgado y el titular de la Comisión Nacional de Valores (CNV), Eduardo Hecker.

Por otro lado, y aunque no estuvieron presentes se recibieron adhesiones a la propuesta de los legisladores porteños, Juan Cabandié y Sebastián Gramajo.

Antes de la lectura del documento -a cargo de Lía Méndez, del Partido Humanista- se hizo un minuto de silencio en homenaje al ex presidente Raúl Alfonsín, cuya figura fue destacada por Filmus y Lubertino como "un paladín" de la democracia.

La economista Marcó del Pont señaló que concurrió al lanzamiento en su carácter de miembro del Frente para la Victoria porteño, al igual que Trotta y otros funcionarios del Gobierno nacional.

Fuks consideró que el frente tiene que hablar con Pino Solanas y con el intendente de Morón, Martín Sabbatella y, por supuesto, con el Partido Justicialista.

"De otra manera, no se explicaría que el Frente para la Victoria, es decir, el kirchnerismo, esté encabezando el nucleamiento para ofrecer una alternativa al liberalismo de Macri", dijo otro dirigente en la presentación.

Filmus se encargó de subrayar que todavía "no es posible hablar de las candidaturas", porque aún hay otras fuerzas a integrarse al frente progresista, nacional y popular de la ciudad de Buenos Aires.

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26 mar 2009

Con la soja al cuello

“La derechización es lamentable”
(23 de marzo de 2009. Por Fernando Krakowiak, Página/12)


José Luis Livolti, líder de una corriente interna que se opone a la conducción de Federación Agraria. En diálogo con Página/12, este pequeño productor de Arroyo Seco contó detalles sobre los enfrentamientos que provocó la decisión de aliarse con la Sociedad Rural y Aapresid. Afirma que hay una “actitud destituyente”, pero remarca que la movilización actual es menor.

Además: Las declaraciones de Livolti en Telam

José Luis Livolti es un pequeño productor agropecuario que cría cerdos en la localidad santafesina de Arroyo Seco. Es coordinador nacional del Movimiento Campesino Liberación, una corriente interna de Federación Agraria que desde el inicio del conflicto cuestionó a la conducción de la entidad. En diálogo con Página/12, contó detalles sobre los enfrentamientos que provocó la decisión de aliarse con la Sociedad Rural y Aapresid y aseguró que el viraje es consecuencia de un cambio en la idiosincrasia y la cultura del productor por la influencia del paquete tecnológico que combina soja transgénica, siembra directa y el herbicida glifosato. Afirma que “hay una actitud destituyente muy fuerte con el único objetivo de bajar las retenciones”, pero remarca que “la mayoría de los productores que apoyaron el conflicto y salieron a las rutas el año pasado hoy no están saliendo”.


–¿Por qué se opusieron a la conducción de Federación Agraria?



–Nos diferenciamos por haber observado el proceso de derechización que la llevó a abandonar las principales banderas que dieron origen a la entidad, aunque formalmente digan que siguen defendiendo los postulados del Grito de Alcorta. No se entiende cómo podrían hacerlo de la mano de los enemigos históricos de Federación Agraria. Además, la conducción reivindicaba el cobro de retenciones, principio con el que nosotros estamos de acuerdo, pero durante el año pasado lo empezaron a decir cada vez menos y ahora directamente piden su eliminación. “Nosotros no decimos que no estamos de acuerdo con las retenciones”, afirma Eduardo Buzzi en sus discursos, pero al mismo tiempo las califica de confiscatorias y desastrosas. Ese tipo de contradicciones y el accionar concreto hizo que fuéramos endureciendo nuestra posición. Intentamos sustraer a la Federación Agraria de esa unidad por derecha con el resto de las entidades, pero no lo hemos logrado.



–¿Cuáles son los intereses que defiende Federación Agraria ahora?



–Defiende a los productores sojeros de la Pampa Húmeda, esencialmente aquellos que están en la franja media de 200 a 500 hectáreas, y lo hacen junto a los grandes sojeros. No se puede sostener la defensa de los pequeños productores y de los agricultores familiares junto a Hugo Biolcati. Ya sabemos cuál es la tradición de la Sociedad Rural. Es una entidad que chorrea sangre. Yo estaba detenido en Corrientes cuando el presidente de la Sociedad Rural de esa provincia era el capitán del Ejército Juan Carlos De Marchi, quien fue juzgado por crímenes de lesa humanidad. Tampoco se puede defender a los pequeños productores junto al vicepresidente de CRA, Néstor Roulet, quien en un acto en Venado Tuerto dijo que a este país lo hicieron grande el campo, el Ejército y la Iglesia.



–Sin embargo, la conducción de Federación Agraria fue ratificada el año pasado luego del conflicto. ¿Cómo se puede explicar eso?



–El sujeto que siempre estuvo en Federación Agraria cambió su idiosincrasia y su cultura por la influencia del paquete tecnológico que combina soja transgénica, siembra directa y el herbicida glifosato. Ese paquete hizo que dejaran de ser pequeños productores diversificados para producir únicamente soja. Además, muchos se convirtieron en rentistas, pues el modelo hizo que dejaran de trabajar, porque les conviene más alquilarle el campo al vecino con más capacidad de producción o al pool de siembra que viene de otro lugar. También aparecieron pequeños empresarios del transporte del cereal y empresas de servicios que con una sembradora, una cosechadora, una monotolva, una fumigadora y una camioneta hacen la siembra y la cosecha de la soja. En muchos casos son hijos de productores a los cuales he visto en la ruta. Este nuevo sujeto se fue incorporando a la Federación Agraria y la entidad pasó de tener entre 2000 y 3000 socios activos a 6000 en el último congreso. Los frutos de ese proceso fueron los que en septiembre de 2008 ratificaron a la actual conducción.



–¿Hubo alguna reunión interna en la que se decidió pasar a representar los intereses sojeros o se fue dando naturalmente?



–Se fue dando paulatinamente, pero en forma acelerada. Cada sesenta días se reúne el consejo directivo de la Federación Agraria y ahí se da el debate. La voz cantante la lleva Eduardo Buzzi y nosotros estamos en minoría, aunque hay que decir que en un momento un número no menor de directores nos acompañó en una votación donde nos opusimos a la participación de la entidad en el corte de cinta y en la inauguración de la Exposición de Palermo de la Sociedad Rural. Sin embargo, por entonces ya venía el viraje a la derecha, apoyado sobre la base de aquel falso concepto de la que la unidad del campo está por encima de todo. Nosotros cuestionamos este precepto porque creemos que la unidad en sí misma no sirve si no se dice para qué. Nos da la sensación de que hay una actitud destituyente muy fuerte con el único objetivo de bajar las retenciones.



–Usted reconoce diferencias con la conducción de la entidad, pero las internas que trascienden son las que mantiene Buzzi con Alfredo De Angeli.



–Trascienden más esas diferencias porque los actores que son parte de esa disputa están permanentemente en los medios y las dejan trascender. Eduardo Buzzi opina que la derecha de Federación Agraria está representada por Alfredo De Angeli y De Angeli piensa que Buzzi tiene que defender incluso a los sojeros que producen hasta 4000 toneladas. Lo concreto es que los dos están juntos en la Mesa de Enlace y coinciden en la defensa del paquete tecnológico sojero.



–Incluso se han aliado con la Asociación de Productores en Siembra Directa, la entidad que mejor representa a los pooles de siembra.



–En Aapresid están representadas todas las organizaciones empresariales y técnicas que apoyan y fundamentan la filosofía de la soja transgénica y su cultivo. Cuando la Federación Agraria sostenía las banderas del Grito de Alcorta estaba en las antípodas de Aapresid, pero cuando las cuatro entidades se unieron en defensa del paquete tecnológico cerraron filas con Aapresid y hoy son la misma cosa. En Federación Agraria también hubo un debate sobre este tema cuando Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli estuvieron en el último congreso de Aapresid y fueron poco menos que galardonados.



–¿También hubo debate cuando se decidió firmar una solicitada oponiéndose a la estatización del comercio exterior de granos?



–El debate fue posterior, porque la verdad es que esa solicitada se firmó sin consultar. En una reunión de los presidentes de consejos regionales de Federación Agraria hubo un fuerte cuestionamiento por haber aparecido junto a los enemigos históricos oponiéndonos a uno de los postulados de la entidad. Buzzi intentó sacarse el lazo echándole las culpas a los que están al lado de él, pero todos los federados sabemos que es muy difícil que salga un comunicado sin que lo conozca el presidente. El proceso de derechización de la Federación Agraria es lamentable, pero es una realidad a la que nos tenemos que acostumbrar.



–¿No se puede revertir?



–Es un deseo, pero es parte de un proceso que va a ser largo. Va a haber que articular con otras fuerzas internas con las que hay coincidencias, pero además es necesario articular con otras organizaciones agrarias que no están representadas por la Mesa de Enlace. La mayoría del campo está en otro lado. Está en las economías regionales, en la agricultura familiar y en los pueblos originarios. Hay otro campo que es mucho más grande numéricamente y que económicamente podría representar muchísimo más y ser la garantía de la soberanía alimentaria.



–Federación Agraria también buscó representar a ese sector.



–Se había incluido a los agricultores familiares en un intento por representarlos, pero en este último proceso se decidió privilegiar a los sojeros medianos y grandes. En un momento, Federación Agraria impulsaba el tema de uso y tenencia de la tierra y participaba en el Foro Nacional de Agricultura Familiar. Sin embargo, el año pasado el principal referente del Foro, Pedro Cerviño, fue expulsado de Federación Agraria y se levantó una resolución congresal que preveía la realización durante 2008 de un congreso sobre uso y tenencia de la tierra. El consejo directivo levantó esa iniciativa argumentando que no había financiamiento y que estábamos en un año complicado debido al conflicto, pese a que nosotros decíamos que justamente ése era el momento para debatir.



–Usted señaló que observa una actitud destituyente. ¿Cree que el lockout y los nuevos cortes de ruta buscan desestabilizar al Gobierno?



–De la mano de la pelea por las retenciones el objetivo es avanzar todo lo que se pueda. Al conflicto se subió una derecha política que no cuestiona sólo las retenciones, sino la estatización de las AFJP, de Aerolíneas Argentinas, el juzgamiento a los genocidas o la política internacional de relacionarse con países como Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Nosotros creemos que todas esas decisiones han sido correctas. También hubo cosas malas, como el veto a la Ley de Glaciares o la decisión de pagarle en un solo acto al FMI, pero nos preocupa que se presione para revertir lo que consideramos positivo. Muchos lo expresan en las rutas, como De Angeli cuando dice que al que no le gusta este país se tiene que ir a Cuba o a Venezuela. Para nosotros, en cambio, hay que aprovechar esta oportunidad histórica que plantea la crisis para nacionalizar las palancas claves de la economía. Apoyamos que se cree un ente de regulación del mercado de granos y creemos que es necesario impulsar un shock redistributivo.

–El año pasado la protesta logró un respaldo masivo en algunos actos, ¿cómo ve la situación ahora?


–La masividad está lejos de ser la misma. La mayoría de los productores que apoyaron el conflicto y salieron a las rutas el año pasado hoy no están saliendo. Quedan los sectores más activos. Algunos socios de Federación Agraria y productores sojeros autoconvocados.


–Ellos afirman que la baja de las retenciones es indispensable porque la sequía afectó los rindes de la soja.


–Solamente en las áreas de sequía que fueron muy puntuales y restringidas, pero la gran mayoría va a obtener rindes normales. Por lo tanto, los productores medianos y grandes pueden afrontar las retenciones sin problemas, sobre todo en la Pampa Húmeda.

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Floreal Avellaneda

“Fuimos secuestrados por ser comunistas, por pensar, por defender un ideal”
(25 de Marzo de 2009, www.lafede.org.ar)
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A33 años del Terrorismo de Estado, la memoria y las ansias de justicia continúan siendo las banderas de todo un pueblo que no está dispuesto a olvidar. Iris Pereyra de Avellaneda es una mujer con historia de lucha y con ideales más fuertes y firmes que nunca. A sus más de 70 años, lleva hoy la voz en alto, los parlantes encendidos y el volumen al máximo, procura que no se olvide, porque sabe, que esconder la identidad es matar la memoria.





Ella y su hijo Floreal “El Negrito” Avellaneda fueron detenidos ilegalmente por las fuerzas militares el 15 de abril de 1976, y como dice Iris: “Por ser comunista, simplemente por eso”. Por pensar, por defender un ideal desde las viseras o desde el vientre, ese mismo que defiende hoy, a casi 33 años de que su hijo apareciera muerto en las costas uruguayas el 14 de mayo 1976. El Negrito, soportó hasta la muerte las torturas propinadas por las genocidas, sin decir una palabra.



Iris, desde su celda, escuchaba atentamente los gritos de los detenidos que se enmarañaban entre los sonidos guturales de una radio, que pretendían esconder, los llantos y quejidos de los secuestrados.



Suena el teléfono, la puerta entreabierta deja pasar con claridad la voz del policía que atiende: “Comisaría de Villa Martelli, buenas noches”, un sarcasmo más en la historia argentina.



Las contradicciones de la subjetividad, derraman opiniones, “buenas noches”, y los gritos del Negrito llenaban de realidad el espacio que habitaba. Saber donde habían sido llevados, le brindo a Iris un ángulo distinto para luchar a posteriori. “Ellos mismos se cavaron la tumba, de eso no me iba a olvidar”.



La subieron a un auto, sola con el conductor que no emitía palabra, se bajaron, era de noche, caminaron algunas cuadras por un camino de tierra removida. Quince días de torturas reiteradas, sin horarios, los días y las noches transcurrían confundidos a través de una venda en los ojos y una capucha inmunda, que la mantenían aún más aislada. Solo podía precisar, que compartía, con otros detenidos, el espacio físico.



Iris recuerda su paso por Campo de Mayo, como el lugar donde sufrió las peores torturas, el Rolo, Escorpio y El Padre Francisco, fueron los encargados de la tarea. No hubo un lugar de su cuerpo que quedase sin picanear, y la pregunta obligada, “¿Dónde está tu marido?”, ellos lo habían visto escapar, y yo no sabía donde podía estar.



“Supongo que al Negrito todavía lo teñían en Martelli”. Reflexiona, con vos clara, quebrada por el tiempo.



“A los quince días nos avisan del traslado, después de haber sufrido un simulacro de fusilamiento, y ser llamadas por un número, nos ponen en fila india y nos obligan a salir. A medida que íbamos caminando, nos pegaban con un rebenque en las nalgas, hasta hoy siento ese dolor.”



“Cuando llego a Olmos, nos revisa una doctora, tengo los ojos hinchados y colorados, la conjuntivitis me había infectado los ojos”.



“Cristina Arevalos nos recibió muy bien, ya las chicas que habitaban el pabellón nos habían preparado una cama y algo de comida”. Hablando con sus compañeras pudo saber que la mayoría eran presas políticas, otras no tenían nada que ver con nada, habían aparecido en una agenda o estaban allí por error.



Las torturas ya no eran parte de la vida cotidiana, sin embargo Iris seguía privada de su libertad, Francisca González entrego a su hermana el teléfono particular de la familia de Iris, así fue como su cuñada pudo visitarla y la Liga Argentina por los Derechos del Hombre se enteró de su paradero.



“Escribí muchas cartas en la cárcel, a la iglesia, a Cierra Chica, a varios ministros”, pero no hubo respuestas que pudiesen satisfacer el clamor de una madre por encontrar a su hijo.



Tres años más tarde, en el diario del Poder Ejecutivo Nacional, publican su nombre entre aquellos nominados para salir de la cárcel, Iris lleva consigo los teléfonos y direcciones de sus compañeras. Es trasladada a Coordinación Federal, nuevamente es interrogada por tres policías y llevada a una celda donde espera parada toda la noche a ser liberada. Un policía le propone la desafiliación al Parido Comunista pellizco mediante.



La libertad es inminente, se abren las puertas y su cuñada se encuentra afuera esperando junto a otras camaradas.



“El Negrito esta muerto, apareció en Uruguay”, comienza una batalla por recupera su cuerpo y porque los responsables paguen su pena.



Iris no se desafilió, y el Partido Comunista es querellante en el juicio que comienza por el secuestro y el asesinato del “Negrito” Avellaneda el próximo 15 de abril. Sentando un precedente, el PC y la FJC abren las puertas para que los partidos políticos tengan el derecho de perpetuar la memoria de sus militantes, no solo desde el recuerdo, sino también llevando a juicio a sus asesinos.

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9 ago 2008

“Nuestra participación en las movilizaciones fue contra el proyecto desestabilizador"


Entrevista con Patricio Echegaray, Secretario General del Partido Comunista.

-Repasemos la génesis del conflicto por las retenciones.

Un dato objetivo central es el momento de “bonanza” que el precio internacional de la soja brinda hoy a los empresarios del agro. El gobierno había estimulado esas ganancias al mantener un dólar alto y subvencionar los costos del combustible, acordando a su vez un nivel de retenciones. Pero a fines del 2007 todos los analistas empezaron a pronosticar un salto aún más insospechado de estos precios. Entonces el gobierno pide participar de estas ganancias y se genera un conflicto gigantesco, una puja por el reparto de esas súper ganancias extraordinarias.

El gobierno tenía una alianza con esos sectores de la burguesía agraria exportadora, que se puso en crisis cuando quiso ir mas allá de un determinado punto donde se topó con la voracidad de estos grupos enfervorizados por la tendencia de un negocio cada vez más lucrativo, que se presume continuará así por diez años más. Cerca del bicentenario esta burguesía es más voraz y más depredadora que aquella oligarquía del centenario.

Pero la pésima instrumentación de una medida correcta como son las retenciones móviles, favoreció la resistencia de esa nueva burguesía constituida alrededor de los negocios agrarios, y le permitió a la Sociedad Rural, a los pooles de siembra, a los cuatro o cinco monopolios de la exportación que, aprovechando a su favor el descontento que la aplicación universal del impuesto generó en los sectores menores del agro, lograron salirse con la suya e impedir la suba progresiva del impuesto.

Esta coyuntura disparó un movimiento acelerado de la derecha para acumular fuerzas y ponerse en condiciones de presionar, arrancar concesiones y evidentemente desestabilizar al gobierno.

En todo este proceso jugó un papel esencial el accionar de los medios, la “Patria Mediática”, como la llama Aliverti. Los medios argentinos se venezolanizaron y se dedicaron a atacar las posiciones del gobierno y justificar el lock-out patronal.

-Luego el gobierno procuró introducir algunas reformas que beneficiaran a las PYMES del agro.

Cuando la Rosada intentó corregir ese error nosotros planteamos que se diferenciara más a los diferentes sectores a través de retenciones segmentadas. Propusimos avanzar en otra serie de leyes como la ley de extranjerización de la tierra y una nueva ley de arrendamiento que permita coartar el avance de los pooles. También consideramos que el Estado debe recuperar para sí el monopolio del comercio exterior de granos, recreando políticas que ya existieron en la Argentina por medio de la Junta Nacional de Granos y la Junta Nacional de Carne.

El gobierno concedió reintegros, subsidio a los fletes, 30 por ciento de retenciones, pero el ataque desde los medios y la derecha ya era imparable. Los dirigentes de la Federación Agraria, fascinados con esos meses de fama que parecían interminables y envalentonados por los canosos más pícaros y pesados de la mesa de enlace, perdieron la oportunidad de alzarse con esa conquista.

Con la derogación de la 125 perdieron todo eso. El voto de Cobos decidió que los grandes productores pagarán un 12 por ciento menos y los pequeños productores un 10 por ciento más.

-¿Cómo evalúas la posición que el Partido asumió en este período y su participación en las convocatorias a Plaza de Mayo y Congreso?

Nuestro enfoque crítico del gobierno no nos impide ver que acá estuvo y está montada toda una estrategia de la derecha para acumular capacidad de desestabilización. Nuestra participación en las movilizaciones ha privilegiado plantarse contra ese proyecto desestabilizador, a favor de las retenciones y por su empleo en la distribución de las riquezas extraordinarias que produce la Argentina. Y para distribuir riquezas en función de asegurar derechos no se puede permitir que se cuestione la capacidad del gobierno para intervenir en la economía. Si se quiebra esa potestad del gobierno se hace difícil reclamar todo lo que planteamos, como que la retenciones se tienen que extender a la minería, la pesca, el petróleo, y que ya es impostergable una reforma impositiva que incluya revisar y quitar el IVA sobre los productos básicos.

-¿Qué hay del malicioso veredicto que bien por derecha o por izquierda acusa al PC de apoyar al gobierno?

Yo estaría loco si me preocupara de que nos acusen de defender al gobierno cuando la derecha está desbocada y las cacerolas de teflón piden “que los montoneros y los comunistas se vayan a Cuba, a Venezuela…”.

Antes que nada estamos contra la derecha, y no nos chupamos el dedo: sabemos que atrás de todo esto está la embajada norteamericana, está Bergoglio y están los grandes grupos económicos. Alrededor del conflicto del agro se han reordenado las fuerzas de la derecha. Por lo tanto, no me preocupa participar en acciones que vayan en contra de la derecha y del imperialismo. Por otra parte, con fuerzas cercanas al gobierno ya nos hemos movilizado antes, por ejemplo en Mar del Plata para la lucha contra el ALCA. Con muchas de ellas venimos haciendo cosas juntos desde hace rato, desde el Frente del Pueblo, del FRAL, con encuentros y desencuentros. Con D´Elia venimos desde los cortes de La Matanza, no es que nos conocimos ayer con Delia y nos fuimos a la Plaza. Y conste que tuvimos grandes debates cuando ellos privilegiaron “la zambullida en el kirchnerismo”, y nosotros un enfoque de autonomía. Entonces ellos hoy dicen han acumulado y nosotros no. Nosotros hemos privilegiado el enfoque de la autonomía, y lo seguimos privilegiando, porque para construir la fuerza que hace falta es necesario mantener ese criterio. Desde la autonomía se puede abrir un camino de alianza con el gobierno, algo que dependerá de ellos más que de nosotros

Pero no hay que dejarse engañar: la derecha no ataca al gobierno por sus errores, sus defectos o sus limitaciones, sino por los pasos que ha dado y pareciera querer dar con esto de las retenciones. Apuntan a su virtud principal, que es el posicionamiento antimperialista que ha tomado respecto a la nueva situación en América Latina. El primer punto programático de Macri, de Carrió y de Duhalde es romper con la política exterior del gobierno y desde ahí confrontar los procesos que con distinto tenor apuntan a romper con el neoliberalismo y el imperialismo en función de un proceso de soberanía, de una segunda independencia en el continente.

No es lo mismo para el conflicto que hay en Bolivia si este gobierno tiene posiciones favorables al proceso de cambio que hay en América Latina o no las tiene. Igual en relación al proceso que viven Ecuador y Venezuela. Está claro que gobiernos como el de Lula o el de los Kirchner no pueden ser ubicados en la vanguardia más avanzada de los procesos latinoamericanos, pero sí como gobiernos que se alinean en una relación de comprensión, de solidaridad y de integración a ese proceso, algo que para el gobierno norteamericano ha significado un retroceso que ahora procuran revertir.

-¿Pero acaso no es verdad que el Partido ha venido reprochando al gobierno su doble discurso?

El tema es como se ubica uno. Si la presidenta pone sobre la mesa la necesidad de discutir la distribución de la riqueza, en términos estrictos podemos decir que cae en el doble discurso, porque en los hechos la distribución de la riqueza está todavía muy lejos de ser lo que la Argentina necesita y reclama. Pero seriamos necios si no reconociéramos que cuando la presidenta habla de distribución genera las posibilidades políticas para el abordaje de ese tema. La denuncia del doble discurso deja de ser una prioridad ante la posibilidad de aprovechar el clima creado para promover un debate lo más profundo posible sobre la necesidad de distribuir la riqueza.

Nuestra denuncia del doble discurso nunca implicó una negativa a discutir. Por otra parte, en el 2008 yo no puedo decir que aquí no ha habido ningún tipo de distribución de la riqueza, algo que sí era correcto en el 2004. Yo no puedo decir que es lo mismo el 20 por ciento de desocupación que el 8,5, aunque después yo explique que la tasa de empleo actual encubre una masa de precariedad que abarca un 50%. Pero sigue siendo claro que no es lo mismo tener 50 por ciento de pobres que 20, que no es lo mismo 25 por ciento de indigentes que 15.

Queda claro que estas cifras, que han empeorado en estos meses, son espeluznantes para un país con un crecimiento económico del 8% mensual. Con estos datos yo advierto y debo entender que los enfoques de tercera vía van llegando a un techo. En un país tan rico como el nuestro y con tan poca población es preciso y posible avanzar a la cifra cero: cero pobreza, cero desempleo. Pero para lograrlo ya no es viable la teoría del derrame de la copa. Hay que volcar la copa, y esto requiere una voluntad relacionada con el enfoque latinoamericano que ha dado en llamarse “Socialismo del siglo XXI”.

Por lo tanto nosotros continuamos con nuestra crítica en relación a la debilidad mostrada por el gobierno en los temas de distribución y por eso defendimos las retenciones móviles, porque pueden ser herramientas favorables para la lucha contra la pobreza. Y pedimos extenderlas, y pedimos nacionalizaciones, pero no las nacionalizaciones al estilo de antes en que solo participaba el Estado, un Estado que quedaba a merced del gobierno. Estamos planteando más un modelo de nacionalización de la que participe el Estado, participen los trabajadores y participe la comunidad.

-Y eso requeriría una voluntad de carácter revolucionario.

Kirchner subió con la idea de empujar un capitalismo nacional, de recrear una burguesía nacional, y despertó la ilusión de que era posible volver al keynesianismo peronista. Pero eso no era posible porque la historia no retrocede y, en todo caso, las reformas keynesianas posteriores a la segunda guerra hoy se han vuelto medidas revolucionarias que requieren otro tipo de proyecto, otro tipo de voluntad.

Siguiendo la evolución de su gobierno, vemos que el proyecto que ellos han desarrollado va acercándose a un límite. Vemos que las alianzas que han establecido se van fracturando, y que el pacto coherente con la consecuencia y la conclusión de aquel discurso, el pacto del bicentenario, debiera ser hoy un pacto basado en la toma de medidas drásticas respecto de la distribución, para lo cual la alianza fundamental tendría que ser con los sectores populares.

Si el gobierno no mantiene y no radicaliza sus posiciones en cuanto a las políticas distributivas y no consolida a fondo la alianza con los sectores populares y medios, puede quedar a merced de estas burguesías que aunque han hecho enormes ganancias durante la gestión Kirchner, no están satisfechas, y quieren más.

Alrededor de este conflicto dio un salto de calidad el proceso de organización de la derecha y eso no nos es indiferente, entre otras cosas porque tenemos experiencia, y siempre vienen primero por nosotros. Por eso intentamos obstaculizar la conformación de un bloque de poder que le sirva a la derecha para afianzar la defensa de sus intereses en un futuro cercano.

Nos parece que el gobierno tiene limitaciones y que el bloque popular está disperso, y por lo tanto queremos ayudar a conformar una fuerza política de izquierda que contribuya a constituir este otro bloque de poder. En ese espacio le planteamos al gobierno un tipo de oposición donde aparte de criticarlo ayude, en la medida modesta de nuestras fuerzas, a empujarlo en una dirección positiva.

Le planteamos que el proyecto de capitalismo humanizado tiene limitaciones muy evidentes y puede tener serios problemas, puede incluso poner en peligro la gobernabilidad.

-¿Hacia dónde te parece que podría resolverse la crisis de gobernabilidad?

Primero es preciso recalar en que, aparte del conflicto con los terratenientes, la alianza del gobierno con los sectores industriales también se ha complicado. Techint ha intentado que el gobierno argentino defienda a capa y espada sus intereses frente a la nacionalización de Sidor en Venezuela, y el gobierno argentino aparentemente no ha satisfecho las expectativas de Techint. Por otro lado no es un secreto que en la Unión Industrial están muy preocupados por la bajada del dólar, que les genera un perjuicio a sus fabulosas ganancias. También percibimos un grado de tensión con otra alianza, como es la que el gobierno tiene con la CGT. La fractura capitaneada por Barrionuevo y comandada por Duhalde tiene como objetivo lastimar esa otra pata.

Pero el punto central es que la gobernabilidad puede entrar en un grado de crisis tal que se torna necesario conformar una fuerza nueva en la política argentina, una alianza de izquierdas y centro izquierdas capaces de suscitar consenso para ordenar una serie de medidas económicas de que produzcan el efecto de un “shock distributivo”. Que concite la autoridad para imponer una reforma copernicana al sistema impositivo de un país donde la suma de los tributos que provienen de la bonanza agraria representa solo el 8 por ciento del total recaudado, mientras el IVA cube el 35 por ciento. El impuesto a las ganancias y a las grandes fortunas llega en Francia al 50%. Por lo tanto era y sigue siendo justo y necesario avanzar por ese camino. Esos fondos deben servir para aumentar el gasto público en salud, educación, en todas las áreas que tienen que ver con el bienestar popular, generando en definitiva un mercado interno cada vez más importante. Para hacer eso hace falta otra fuerza, la que se tiene que desarrollar en franca confrontación con la derecha y con autonomía del gobierno.

Si en un futuro cercano la derecha consigue lastimar más al gobierno, las fuerzas progresistas y el campo popular no lo van a pasar bien.

La derecha, aparentemente, todavía no tiene dirigentes de confianza, todavía no ha articulado su fuerza de manera suficiente. La reaparición de Duhalde tiene que ver con esa necesidad de encontrar un articulador mas sólido, y efectivamente lo puede ser, por eso uno se preocupa más.

-Otras agrupaciones de izquierda resolvieron el momento político de forma diferente, diciendo “No al campo pero también No al gobierno”.

Nosotros rechazamos la neutralidad. Es una situación de crisis y confrontación muy delicada, y si acá se pierde la legitimidad del Estado para actuar en la economía y cobrar impuestos extraordinarios a las ganancias extraordinarias, el retroceso será cualitativo. Cuando la derecha utiliza el conflicto para su acumulación política se debe participar activamente. Si la izquierda no actúa para constituir una nueva fuerza, si nosotros no participamos activamente en todo esto, realmente estamos actuando en contra de nuestra línea política. Cuando los que se movilizan dicen que a estos montoneros y comunistas de mierda hay que matarlos o echarlos, si dirigentes y movilizados en estas circunstancias repudian a Cuba, repudian al proceso venezolano y de América Latina en su conjunto no queda lugar para la neutralidad.

Estamos ante una derecha muy agresiva, que si bien no está lanzada al golpe está lanzada a un proceso de acumulación de fuerza y de desgaste de su contrincante principal, que sería el gobierno. En este proceso cabe enfrentar a esa derecha, empujar a que el gobierno tome decisiones más radicales, y promover al mismo tiempo la conformación de una fuerza nueva. La conformación de esa fuerza, amplia en sus afluentes, audaz y elocuente en sus contenidos programáticos, será la respuesta para salir al cruce del esquema político argentino generado con la erupción de una derecha política nueva, donde el fascismo militar no ocupa el centro de la escena.

Es vital que aparezca una fuerza de izquierda con capacidad para incidir, y creo que hay condiciones para formarla. Pero es preciso que todos reflexionemos sobre el grado crónico de fragmentación al que hemos llegado y estamos llamados a superar.

-¿Esta fuerza podría coincidir con el gobierno?

Dependerá de las posiciones del gobierno. El proyecto del gobierno ha llegado a un tope. Ya no le alcanza para resolver a fondo los problemas de pobreza y desocupación, porque para eso no alcanzan los proyectos del “capitalismo humanizado”. Hace falta aplicar un programa de reformas profundas, para lo cual se requiere una voluntad de carácter revolucionario.

Nosotros seguiremos impulsando una fuerza independiente del gobierno, completamente autónoma, con una capacidad de espíritu crítico que levante ese programa de transformaciones.

El gobierno ha efectuado una serie de avances relativos en relación al tema de pobreza, de la desocupación, de la indigencia, pero esto todavía es débil, tiene que hacerse de manera mucho más contundente. Nosotros tratamos de aportar marcando un camino, uniendo a diferentes sectores para proyectar este proceso más hacia la izquierda, hacia una distribución más sólida, que reduzca drásticamente la desigualdad. Para eso es necesario transferir la riqueza desde donde se ha concentrado a los sectores donde hace falta. En una palabra, no creemos que la política del derrame pueda dar mucho más, hay que volcar la copa.

Se debieran recuperar las áreas criticas de la economía que fueron privatizadas, y hacerlo con un criterio de empresa pública, y hacer eso significa asumir una voluntad, una decisión de carácter revolucionario.

Pienso entonces en una fuerza cuyo programa sea volcar la copa, sabiendo que al volcarla la copa se rompe y que los vidrios cortan, y que por lo tanto se requiere una gran determinación.

Necesitamos para ello construir una organización que agrupe a los amplios sectores que se animan a dar vuelta la copa, a todos quienes pensamos y actuamos en ese sentido, sectores definidos en el nacionalismo popular revolucionario, sectores que se llaman en general transversales, con lo cuales hemos compartido la lucha contra el ALCA y por la integración latinoamericana, en respaldo a procesos como el de Evo Morales, Chávez, Correa, con quienes también hemos compartido movilizaciones contra la derecha y por la distribución de la riqueza. Nosotros tratamos de hacer mas cosas para trabajar en este sentido. Por eso trabajamos con D’Elia, con Depetris, con la CTA, los movimientos cooperativos, con Basteiro, sectores que están fuera y dentro del gobierno, porque creemos que la fuerza nueva la tienen que integrar sectores que están fuera y dentro del gobierno.

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29 abr 2008

¿Qué clase(s) de lucha es la lucha del “campo”?

En estas líneas, Eduardo Grüner ensaya un juicio provisorio del conflicto agrario. Desde una postura contraria a las medidas “objetivamente reaccionarias” de los productores rurales, señala los “gravísimos errores” del Gobierno, repasa la ideología burguesa de “odio clasista” y advierte que nunca desde la restauración democrática “la derecha había ganado la calle con una base de masas tan importante”. Más allá del carácter ni confiscatorio ni redistributivo de las retenciones —argumenta—, lo que está en juego es la legitimidad del Estado para intervenir en la economía.


Por Eduardo Grüner *
No es, todavía, hora de “balances” más o menos definitivos. Sí de detener, por un momento, la ansiedad, y de ver dónde está parado cada uno. El que esto escribe está en contra de las medidas (sobredimensionadas, extorsivas, objetivamente reaccionarias, y actuadas en muchos casos con un discurso y una ideología proto-golpista, clasista y aun racista) tomadas fundamentalmente por uno de los sectores más concentrados de la clase dominante argentina en perjuicio de la inmensa mayoría. No es algo tan fácil de explicar brevemente. Hay que empezar por señalar una vez más los gravísimos “errores” cometidos por el Gobierno. Están, por descontado, los errores “tácticos” inmediatos: la desobediencia a los más elementales manuales de política que recomiendan dividir al adversario, y no unirlo (y ni qué hablar de, además, dividir el frente propio); o la torpeza de apoyarse en personajes un tanto atrabiliarios de los cuales se sabe que –por buenas o malas razones– van a caer “gordos” a la llamada “opinión pública”. Pero más acá de estos “errores”, están los que no son “errores tácticos”, sino opciones estratégicas: no profundizar en la medida necesaria las políticas (tributarias y otras) de redistribución del ingreso, utilizar buena parte de las (inauditas) reservas fiscales para seguir saldando la maldita deuda; renovar los contratos de ciertos medios de comunicación que, debería el Gobierno saberlo, más tarde o más temprano se le pondrán en contra (y aquí, como en muchos otros casos, se ve cómo una opción estratégica se transforma rápidamente en un error táctico), y que lo hicieron de la manera más desvergonzadamente interesada de las últimas décadas. Ninguna de estas opciones estratégicas son algo para reprocharle al Gobierno. Reprochárselas –al menos, de la manera en que lo ha hecho cierta “izquierda” dislocada o cierta intelectual(idad) bienpensante y ya ni siquiera “progre” que, pasándose de la raya, cruzó definitivamente la frontera hacia la derecha– sería, paradójicamente, hacerse demasiadas ilusiones sobre un Gobierno que en ningún momento prometió otra cosa que la continuidad del capitalismo tal como lo conocemos. Vale decir: un Gobierno propiamente “reformista-burgués”, como se decía en tiempos menos eufemísticos. La situación, pues, no puede ser juzgada sino por lo que realmente es: una puja (no “distributiva” sino) interna a lo que en aquellos tiempos pre-eufemísticos se llamaba la “clase dominante”.


El inmediato mal mayor

Pero, pero: un gobierno legítimamente electo por la mayoría no es directamente miembro de aquellas “clases dominantes”, aunque inevitablemente tienda a “actuar” sus intereses. Y, en un contexto en el que no está a la vista ni es razonable prever en lo inmediato una alternativa consistente y radicalmente diferente para la sociedad, no queda más remedio que enfrentar la desagradable responsabilidad de tomar posición, no “a favor” de tal o cual gobierno, pero sí, decididamente, en contra del avance también muy decidido de lo que sería mucho peor; y si alguien nos chicanea con que terminamos optando por el “mal menor”, no quedará más remedio que recontrachicanearlo exigiéndole que nos muestre dónde queda, aquí y ahora, el “bien” y su posible realización inmediata. Porque el peligro del mal “mayor” sí es inmediato. En estas últimas semanas se han condensado potencialidades regresivas que muchos ingenuos creían sepultadas por un cuarto de siglo de (bienvenido) funcionamiento formal de las instituciones. ¿Exageramos? Piénsese en los “síntomas”, “símbolos”, “indicadores”, y también, claro, hechos. Nunca en este cuarto de siglo la derecha (económica, social y cultural, y no solamente política) había ganado la calle con una “base de masas” tan importante –incluyendo, sí, a esos “pequeños productores” cuyas legítimas reivindicaciones fueron bastardeadas, incluso por ellos mismos, al rol de “mano de obra” de los grandes “dueños de la tierra”–, hasta el punto de transformarse en un verdadero movimiento social del cual mucho oiremos en adelante. No solamente la calle, sino también el aire: nunca antes había sido tan férreo el consenso “massmediático” para apoderarse del Verbo público –como lo dijo inspiradamente León Rozitchner– con el objeto de aturdir hasta el mínimo atisbo de un pensamiento autónomo, no digamos ya “crítico”. Nunca antes las cacerolas habían sido tan bien disfrazadas de diciembre de 2001 argentino cuando en verdad representan –en inesperado retorno a su auténtico “mito de origen”– un septiembre de 1973 chileno. Nunca antes había habido una tan oportuna coincidencia con un aniversario del 24 de marzo. Nunca antes había habido una tan puntual coincidencia con un meeting de lo más granado de la derecha internacional en Rosario. Y ya que de “internacionalismo” se trata, nunca antes había habido una coincidencia tan “contextual” con las avanzadas desestabilizadoras –obviamente fogoneadas desde mucho más al Norte– sobre las “novedades” –no importa ahora lo que se piense de cada una de ellas– sudamericanas, desde las aventuras bélicas de Uribe en la frontera ecuatoriana (y por refracción, venezolana) hasta la feroz ofensiva oligárquico-separatista contra Evo Morales. Nunca antes se había conseguido reimponer el insostenible mito de que es el “campo” lo que ha construido a la “patria” (en una nefasta época esa construcción, se decía, había estado a cargo del Ejército Argentino, que era, al igual que el “campo”, incluso anterior a la nación: una asociación inquietante), cuando, sin meternos con la historia, sabemos que hoy –lo acaba de demostrar impecablemente el economista Julio Sevares– su contribución al PBI es mínima. O el igual de anacrónico mito de que estamos ante una batalla épica entre el “campo” y la “industria”, cuando hace ya décadas que los intereses de esos dos sectores actualmente ultra-concentrados en anónimas sociedades multinacionales –que incluyen, y en lugar destacado, a la “industria cultural” y los medios– entrecruzan sus intereses de manera inextricable, bajo el comando de las grandes agroquímicas, los pools sembradores, o los trusts de exportación cerealera.


El odio de la burguesía

Y a propósito de esto último, que atañe a la estructura de clases en la Argentina actual, nunca antes –posiblemente desde el período 1946/55– se había desnudado de manera tan grosera y frontal la violencia (por ahora “discursiva”) de la ideología de odio clasista de la burguesía y también de cierto sector de la llamada “clase media”; es este odio visceral e incontrolable, y no alguna desinteresada defensa del mitificado “campo”, es ese clasismo-racismo, él sí “espontáneo”, el que constituye la verdadera motivación para participar en los “piquetes paquetes”, desentendiéndose de la “contradicción” de estar orgullosamente haciendo lo mismo contra lo cual putean cuando se les corta la huida por Figueroa Alcorta. Que nunca haya sido tan pertinente, pues, el análisis de clase para juzgar un conflicto, no significa ejercer ningún reduccionismo de clase: las “clases altas” y las “clases medias” no tienen, es obvio, los mismos intereses materiales inmediatos; pero en la Argentina hace ya muchísimo que las segundas subordinaron sus intereses materiales a largo plazo a su patética, servil, identificación con los de las primeras, y es por eso que tan a menudo han trabajado de “mano de obra” de ellas, y en las peores causas. No hace falta ser un sofisticado marxista para entenderlo: bastaría citar la diferencia elemental –que constituye el ABC de la más básica sociología “estructural-funcionalista”– entre grupo de pertenencia y grupo de referencia.

Se equivoca pues la primera mandataria al decir que lo que se juega en este conflicto nada tiene que ver con la lucha de clases. Una vez más, no cabe reprochárselo: ella es peronista, y por lo tanto lo cree sinceramente. El problema es que crea que basta creerlo (o desearlo) para que la cosa no exista. No advierte, tal vez, la paradoja –por otra parte perfectamente explicable por la propia historia del peronismo histórico– de que el Gobierno que ella preside, aunque en “última instancia” represente compleja y ambiguamente, y con algunos escarceos defensivos de la autonomía del Estado, los intereses estructurales de la “clase dominante”, para la ideología estrecha de esa clase dominante, que ha hecho tan buenos negocios en este último lustro, representa los intereses (¿habría que decir: “simbólicos”?) de las otras clases, y por lo tanto su gobierno es el chivo expiatorio del “odio de clase” en una época en que, por suerte, ya no pueden hacerse pogroms masivos ni aplicarse científicos planes de exterminio colectivo. La clase dominante argentina está desde siempre acostumbrada a no tolerar ni siquiera aquellos tímidos escarceos “autonomistas” por parte de ningún gobierno (por lo menos, de ninguno “civil” y legalmente elegido: porque sí toleraron la mucha “autonomía” estatal de que gozaron las dictaduras militares para aplicar sus políticas económicas tanto como represivas). Aquella famosa consigna setentista –“Y llora llora la puta oligarquía, porque se viene la tercera tiranía”– era, entre otras cosas menos defendible, una ironía sobre el sempiterno tic de la burguesía, consistente en calificar de “tiránico”, “autoritario” o “dictatorial” (aunque en estos tiempos posgramscianos se diga “hegemónico”, como si la hegemonía no fuera el objeto mismo de la política) a cualquier gobierno, sea cual fuere su política, que osara insinuar que algunas cositas menores las iba a decidir él. Aunque parezca inverosímil, los acusaron de “comunistas”, “socialistas”, “nazifascistas”, sólo porque intentaron tomar algunas decisiones que, sin ser claramente opuestas a los “intereses dominantes”, no representaban una obediencia automática y directa a los amos del Capital.


La lucha de clases

Nada muy diferente está sucediendo ahora: puesto que llevamos un cuarto de siglo de democracia institucional, es en nombre de esa misma “democracia” que se usan los mismos (des)calificativos contra este Gobierno, al que se identifica, disparatadamente, como la otra parte en la “lucha de clases”. Y tal vez la Presidenta, aunque oscuramente, intuya esto, y por ello se defiende de lo que toma como una “acusación”. Pero, lo lamentamos: la lucha de clases no existe, pero que la hay, la hay. Muchos “progres”, al igual que este Gobierno, creen que no la hay porque las masas populares no están movilizadas en una contraofensiva dirigida al avance de la derecha. Pero, primero: las clases dominantes también luchan: la aplicación sistemática, sea a punta de bayoneta o por políticas “pacíficas”, de la reconversión capitalista “neoliberal”, eso es lucha de clases, emprendida por la clase dominante contra las dominadas y sus aún magras conquistas anteriores. Como lo es claramente el mantener desabastecidos a los sectores populares, con su inevitable consecuencia inflacionaria (algo que, a decir verdad, viene ocurriendo indirectamente desde mucho antes, dadas las cuotas de exportación ayudadas por el dólar alto y el consiguiente desequilibrio entre oferta y demanda en el mercado interno). Segundo: si las masas populares están desmovilizadas, también es porque este Gobierno (y sobre todo todos los anteriores, si bien éste no ha hecho nada importante para subsanarlo, limitándose en este terreno a administrar lo ya acumulado) las ha desmovilizado, aun cuando en defensa propia le hubiera convenido, incluso con los riesgos que hubiera representado para un gobierno “reformista-burgués”, tenerlas a ellas en la calle antes que, pongamos, a D’Elía o Moyano (y se entenderá, suponemos, que con esos nombres estamos simplemente haciendo una taquigrafía, y no imputaciones a personas). Como no las ha movilizado, la ofensiva de clase de las fracciones más recalcitrantes de la burguesía fue contra su “adversario” visible, el Gobierno: otra, y para nada menor, opción estratégica transformada en error táctico.

En fin, no estamos –hay que ser claros– ante una batalla entre dos “modelos de país”; el modelo del Gobierno no es sustancialmente distinto al de la Sociedad Rural. Pero la derecha y sus adherentes ideológicos no toleran la más mínima diferencia de “estilo” con su modelo, del cual creen ser los únicos dueños, y sus primeros benefactores. ¿Tomar conciencia de ello hará que el Gobierno, aunque fuera “en defensa propia”, pergeñe un “modelo” diferente? No parece lo más probable. Tiene razón Alejandro Kaufman: todo esto no nos ha hecho pasar a la “gran política”; pero también es cierto que, bien jugada, podría ser la ocasión de al menos atisbar ese pasaje a una suerte de “gran relato” de la política. De que nuestros debates principales ya no sean (aunque por supuesto habrá que seguir haciéndolos, en otra perspectiva) las mentiras del Indec o el dinero de Santa Cruz emigrado a Suiza, sino los que atañen, efectivamente, al “modelo”, incluyendo un modelo integral y planificado a largo plazo para el “campo”. Pero si esta ofensiva de la derecha triunfa, esa ocasión se habrá perdido por décadas.


La legitimidad del Estado

En este relativamente nuevo contexto, no podemos quedar atrapados (otra vez, sin que haya dejado de ser necesario hacerlas también) en las discusiones sobre los detalles “técnicos” del conflicto. Hoy, ahora, el problema central ya no son (y tal vez nunca lo fueron en serio) las benditas “retenciones”. En un registro “puramente” económico –lo acaba de demostrar Ricardo Aronskind– ya se está discutiendo la renta a futuro del 20 por ciento de los “dueños” que controlan el 80 por ciento de la “tierra”, y no centralmente las retenciones actuales. Ya lo sabemos: ni el aumento de las retenciones móviles a las rentas extraordinarias del “campo” supone, no digamos ya una medida “confiscatoria” (¡¡!!), sino ninguna “pérdida” importante para un “campo” que nunca ha ganado tan extraordinariamente; ni, del otro lado, es estrictamente cierto que las retenciones sean una medida ampliamente “redistributiva” que vaya a mejorar decisivamente la brutal injusticia social que aún campea en la Argentina. Pero esto no significa que las retenciones (no, claro, por sí mismas, pero sí en la trama de una política nacional articulada que incluyera muchas otras medidas) no podrían y deberían contribuir a esa redistribución. Si la derecha gana, se habrá creado un peligroso antecedente de deslegitimación de la intervención del Estado en la economía, y esto impediría, o al menos obstaculizaría gravemente, que este Gobierno (si es que en algún momento reorienta sus opciones estratégicas) o cualquier otro futuro, sí utilizara las retenciones u otras medidas semejantes con fines redistributivos. Eso, en el mejor de los casos. En el peor, una parte nada despreciable de la sociedad argentina habrá completado un enorme e integral giro a la derecha del cual difícilmente habrá retorno. La situación obliga, a todo el que sienta una mínima responsabilidad ante aquella sociedad, a sentar con la mayor nitidez posible una posición. Insistamos: no necesariamente a favor del Gobierno, sino inequívocamente en contra de intentonas que a esta altura ya nadie puede dudar que son intencionalmente o no (pero más bien sí) “desestabilizadoras”, “golpistas”, “reaccionarias”. Los “golpes” ya no son hechos con tanques e infantería, pero no por eso han caducado: la especulación económica, la insidia mediática de las medias verdades y las enteras mentiras, la corrupción verbal de los epítetos clasistas y racistas, la confusión consciente de la parte con el todo –sea a favor o en contra del Gobierno o del “campo”– suelen tener un efecto más lento pero incomparablemente más profundo que los mucho más visibles uniformes con charreteras. El Gobierno deberá tomar cuidadosa nota de las “novedades” que se han producido. Y también, y sobre todo, deberemos hacerlo nosotros, los que –sin ser totalmente o siquiera en parte “pro-Gobierno”– no tenemos derecho a equivocarnos sobre dónde está el peligro mayor. Sobre dónde estará: porque esto –tregua o impasse o compás de espera, como se quiera llamarlo– recién empieza.

* Sociólogo, ensayista, profesor de Teoría Política y de Sociología del Arte (UBA).
Fuente: Diario Página 12, Miércoles, 16 de Abril de 2008, sección El país.

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Una mediática batalla de ideas

(Por Fabián Amico) Verdades y mentiras sobre el conflicto agropecuario. Las negociaciones en curso entre el gobierno y las entidades del sector agropecuario se producen en un contexto general signado por una fuerte batalla ideológica y un duro debate sobre los posibles modelos de desarrollo.
En ese marco, con la cancha de los medios de comunicación absolutamente inclinada a favor de una dirección ortodoxa, conservadora y en defensa de los intereses del establishment en general, se han vertido en estos días una serie de argumentos falaces y de mentiras que es preciso discutir. Esos argumentos, muchas veces esgrimidos por los representantes del campo y otras por los «comunicadores», pueden agruparse en torno de los siguientes:

1. Las retenciones son un impuesto «distorsivo,

2. El campo es quien «banca» al conjunto del país,

3. El campo es quien mayor esfuerzo hizo para la recuperación económica de estos últimos años,

4. El campo es uno de los sectores que más impuestos paga,

5. Como la soja se exporta casi en su totalidad, debería tener menores retenciones,

6. Es injusto que hayan aumentado las retenciones después de que los productores ya habían sembrado teniendo en mente el precio de ese momento.

Una presentación detallada del Centro de Estudios Arturo Jauretche responde a varias de estas afirmaciones. Allí se recuerda que las retenciones son un impuesto a las exportaciones que capta una parte de la renta de la tierra, en este caso aumentada considerablemente por los altos precios internacionales. Como tal, no es equivalente a los aportes fiscales que hacen los salarios o el impuesto a las ganancias. Más aún: la renta del agro se vincula con los precios internacionales por la vía del tipo de cambio (una variable de política económica): en ese contexto, reclamar que las retenciones son «confiscatorias» equivale a decir que la devaluación del 2002 fue «confiscatoria» del salario y de las ganancias. Un absurdo. Pero vayamos paso a paso.

-Primero: ¿Son un impuesto «distorsivo»? Sí, son distorsivas ya que introducen una «distorsión» en el funcionamiento del mercado. En idéntico sentido, todos los impuestos son «distorsivos». En verdad, quienes emplean el calificativo de «distorsivas» suponen un mundo idílico donde existiría, previo al Estado y a la estructura institucional de la sociedad, un mercado de libres productores/compradores con perfecto conocimiento y perfecta competencia. Y suponen además que ese «mercado libre», abandonado a sus propias fuerzas, conduciría a un resultado de armonía social y eficiencia económica. Del mismo modo sería «distorsivo» que el Estado provea educación pública (porque distorsionaría el «mercado» de «servicios educativos» privados) o que el Estado provea salud pública («distorsionaría» el «mercado» de los «servicios de salud»), etcétera. En verdad, lejos de las utopías ingenuas, el imperio del «libre mercado» es el reino descarnado del más fuerte y, por tanto, la intervención pública apunta en general a incluir los sectores que el mercado excluye, hacer lo que el mercado no hace y fijar algunas pautas mínimas de convivencia social, llegando en el límite a la planificación de la vida económica con criterios acordes a la etapa civilizatoria en que nos encontramos.

-Segundo: «El «campo» es quien más produce para el país». El sector agropecuario, que tiene una gran diversidad de actores y de producciones (no sólo ganado vacuno, soja, trigo y maíz), incluyendo trabajadores asalariados -en un setenta por ciento en negro-, no es el sector que más produce ni que agrega más valor. En 2007 el PBI del país fue de 359 mil millones de dólares. El sector agropecuario completo (agricultura, ganadería, caza y silvicultura) aportó 19 mil millones de dólares, el 5,3 por ciento de la economía nacional. En otros términos: de cada 100 pesos de bienes y servicios que se venden en Argentina, para consumir o para invertir, sólo cinco pesos provienen del «campo». Así, el sector agropecuario es el octavo sector económico en importancia de la economía argentina.

-Tercero: «El campo es quien mayor esfuerzo hizo en estos años de recuperación económica». En principio, debe decirse algo aunque resulte obvio: el aporte principal provino de los trabajadores que, no solo no «ganaron», sino que recién ahora están recuperando las pérdidas salariales que sufrieron con la devaluación. En términos generales, el PBI creció entre 2002 y 2007 un 52,7 por ciento: pasó de 235 mil millones de dólares, a 359 mil millones. El sector agropecuario pasó de aportar catorce mil millones de dólares a producir 19 mil millones. En suma, el «campo» aportó el 3,7 por ciento del crecimiento económico global ocurrido entre 2002 y 2007, y es el séptimo sector económico en importancia por su aporte al crecimiento. Mucho más aportaron la industria, el comercio, el transporte y la construcción.

-Cuarto: «El campo paga muchos impuesto como para que ahora le pongan retenciones». Se aduce que las retenciones «afectan la rentabilidad» del agro. Pero ¿cuánto paga de impuesto a las ganancias el «campo» en relación a su importancia económica? En 2007, del total del impuesto a las ganancias, el sector agropecuario aportó 1.170 millones de dólares: el cuatro por ciento (¡con bonanza récord!). La industria, por ejemplo, pagó nueve mil millones, que representan el 35 por ciento. Según datos de Afip, el agro emplea menos trabajadores y les paga menos en promedio que la industria. Por ende, la proporción del valor agregado que va a las ganancias del empresario es mucho mayor en el campo que en la industria (para decirlo rápido: hay más explotación). Significa, por ende, que el «campo» evade mucho más.

-Cinco: «Si la soja se exporta casi en su totalidad, entonces debiera tener menores retenciones». Aunque la soja no sea parte del consumo interno, su continuo y sostenido avance en la superficie sembrada es sumamente problemático. Cada hectárea adicional que se siembra con soja, es una hectárea menos que hay para dedicarla a otros cultivos, a la ganadería o a la lechería, además de que el monocultivo de soja deteriora la tierra y demanda crecientes cantidades de fertilizantes y herbicidas, disminuye la diversidad de actividades agropecuarias, limita la oferta agroindustrial y destruye empleo rural.

El inefable ingeniero Héctor A. Huergo, por ejemplo, cabeza del suplemento rural de Clarín y defensor abierto del complejo sojero, argumenta que la consecuencia de las retenciones «es desatender el llamado global por más alimentos, porque quitar incentivos al agro se paga con menor producción futura», cosa que se viene diciendo desde 2002 aunque la producción no deja de aumentar. Agrega que en el proceso de recuperación económica «el complejo soja fue el más dinámico, con una demanda mundial de crecimiento explosivo» y que «sin proponérselo, Argentina se ha especializado en proveer al mundo estos insumos básicos de la producción de proteínas animales de todo tipo. Esto no es ni bueno ni malo. Es lo que hay...». ¡Es lo que hay! Si se considera un conjunto de 18 cultivos, en 1980 se sembraron con ellos 20,7 millones de hectáreas y el ocho por ciento fue de soja. En los últimos 26 años la superficie dedicada al conjunto de cultivos mencionado arriba, aumentó un 51,2 por ciento, pero la superficie dedicada a cultivos que no son soja se redujo 17,8 por ciento. Esto es «sojización». Hay quienes afirman -Huergo, por ejemplo-, con cierto aire sofisticado, que no hay que «demonizar» a la soja, pero olvidan decir que esta tendencia arrancó mucho antes que se aplicaran retenciones. Y tampoco explican cómo piensan que se van a producir los alimentos que el país (no el mundo) necesita si la «sojización» continúa.

Huergo, por caso, llegó a decir que, es cierto, la soja se expande, pero «también lo hacen los demás cultivos». Estimado Huergo… La suma de todos los porcentajes da cien por ciento: si la soja ocupa más área cultivable (y mucha) lo hace forzosamente a costa de otros cultivos, como muestra el cuadro siguiente:

-Sexto: «Es injusto que se hayan aumentado las retenciones después de que los productores decidieran la siembra». Durante 2007, el precio internacional de la soja era de 317,3 dólares la tonelada según Chicago Board of Trade. Las retenciones eran del 35 por ciento, por lo cual el precio de venta -descontadas esas retenciones- ascendía a 206 dólares la tonelada. En febrero de 2008 el precio internacional de la tonelada de soja había aumentado a 508 dólares, ¡un sesenta por ciento! Las retenciones subieron de nivel a cuarenta por ciento, un aumento del 14,3 por ciento. El precio de venta, descontadas las retenciones, llega así a 304 dólares la tonelada, un aumento del… ¡47 por ciento!



Soja: Precio efectivo

(descontadas las retenciones del 11 de marzo)



U$S Tn Ret Pcio efect

317,3 35% 206,2

508,0 40% 304,8

% 60,1 47,8



Por tanto, los precios que obtendrán tras la cosecha serán superiores en 47 por ciento a los que estaban vigentes cuando se realizó la siembra. En suma, se puede estar a favor o en contra del gobierno, se puede legítimamente reclamar medidas adicionales para lo pequeños productores (muchas veces estrangulados por los pools de siembra y por los mismos grandes complejos sojeros que alentaron el paro agropecuario). Lo que no se puede es mentir.

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Campaña de solidaridad con Bolivia

El proceso de cambios a favor de las mayorías en Bolivia, corre el riesgo de ser brutalmente coartado. El ascenso al poder de un presidente indígena, electo con un respaldo sin precedentes en ese país, y sus programas de beneficio popular y de recuperación de los recursos naturales, han tenido que enfrentar desde los primeros momentos las conspiraciones oligárquicas y la injerencia imperial.

En los días más recientes, la escalada conspirativa ha alcanzado sus cotas máximas. Las acciones subversivas y anticonstitucionales con que los grupos oligárquicos pretenden dividir la nación boliviana, reflejan la mentalidad racista y elitista de estos sectores y constituyen un peligrosísimo precedente, no sólo para la integridad de ese país, sino también para la de otros países de nuestra región.

La historia muestra con sobrada elocuencia las terribles consecuencias que en todos los terrenos han tenido para la humanidad los procesos divisionistas y separatistas inducidos y respaldados por poderosos intereses foráneos.

Ante esta situación, los abajo firmantes queremos expresar nuestro respaldo al gobierno del Presidente Evo Morales Ayma, a sus políticas de cambio y al proceso constituyente soberano del pueblo boliviano. Al propio tiempo, rechazamos el llamado Estatuto autonómico de Santa Cruz por su carácter inconstitucional y por atentar contra la unidad de una nación de nuestra América.

Llamamos a todas las personas de buena voluntad a que unan sus voces para denunciar por todas las vías posibles esta maniobra divisionista y desestabilizadora en una hora histórica para la América Latina.
Pulse el link superior para acceder a la página www.todosconbolivia.org

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LA REVOLUCION ES HIJA DE LAS IDEAS----EL CHE VIVE Y ES COMUNISTA!---HASTA LA VICTORIA SIEMPRE, VENCEREMOS!